EN un hermoso valle del antiguo reino de Michoacan, se fundó en el año de 1541, la ciudad capital, de la que fué Provincia, después Estado, y hoy Departamento de Michoacán, en la América Boreal. El virey D. Antonio de Mendoza, natural de Valladolid de España[1], fundó dicha ciudad con cédula de la reina Doña Juana, sustituyendo al nombre de Guayangareo con que en la antigüedad se conoció ese valle, y que á nuestro idioma se traduce por loma llana ó chata, el de Valladolid, pátria del fundador. Hecha la independencia, justa y debidamente estimados los grandes servicios del benemérito, del ilustre general D. José Maria Morelos, el honorable congreso primero constitucional decretó en 1827[2] se denominase la ciudad, Morelia, para recuerdo de que en ella vió la luz primera el héroe de Cuautla.
Morelia está situada á 1 grado 46 minutos, y 45 segundos de longitud Occidental del meridia no de México; y á los 19 grados, 42 minutos de latitud Boreal, y su centro está como á mil, ó mil y una toesas[3] sobre el nivel del mar. En su aspecto geológico, la loma sobre que está ubicada la ciudad, puede representarse por un platon cuadrilongo vuelto ácia abajo: en efecto, plana en su superficie, y con suaves declives á los cuatro rumbos cardinales, tan solo faltan en una pequeña porción de terreno comprendida en el N. E., única parte donde en vez de declinación, hay una elevación poco considerable, que corresponde á las canteras y barrio de San Juan. Esta loma se prolonga de Oriente á Poniente, y al terminar sus declives laterales se ven las llanuras llamadas de Santa Catalina, al Sur, y de los Urdiales, al Norte, notándose en una y otra dos riachuelos, uno mayor ó mas caudaloso, el del Norte; otro menos considerable, el del Sur, llamado el Chico, á cuyas aguas atribuye el vulgo mentidas virtudes.
Sobre esta loma, pues, está situada la bella ciudad de Morelia, construida sobre terreno firme, por ser en su mayor parte de cantera, principalmente hacia el Norte. Sus edificios públicos y particulares son casi todos de la misma piedra. Las calles están bien orientadas con los puntos cardinales de la aguja, cruzándose por supuesto en ángulos rectos; distinguiéndose entre todas por su longitud, amplitud y belleza de edificios, la vulgarmente llamada calle real; cuya mitad, así como el costado de la catedral que mira al Occidente, se ve en la respectiva estampa litográfica, donde también se percibe una mitad de la plaza, tal cual estaba todavía á principios de 1842; mas hoy la misma plaza, y la inmediata de San Juan de Dios, que ambas forman un paralelógramo de gran longitud y extensión, y entre las que se halla situada la Catedral, sufren una reforma bellísima y ventajosa, pues están embanquetándose y adornándose con árboles, fuentes, encadenado, asientos de mampostería, obeliscos y estatuas, para formar en torno un hermoso paseo interior; todo promovido por el actual gobernador y comandante general D. Pánfilo Galindo, y costeado por el fondo municipal, por el venerable cabildo eclesiástico, y por varios particulares.
Hay además de esta doble plaza, las plazuelas siguientes: de San Agustín, las Rosas, la de Carmelitas, de San José, la del Carmen, la de Capuchinas y la de San Diego. Tres lados de la plaza principal tienen hermosa portalería. Las calles de la ciudad son cómodas; la mayor parte rectas; casi todas empedradas, y con ánditos ó banquetas; y tanto ellas, como los portales, plaza y plazuelas, se iluminan por la noche con alumbrado de faroles grandes y de elegante construcción.
Los templos principales son la Catedral, que tiene de haberse construido 97 años; fábrica sobradamente sólida, con dos bonitas torres de 70 varas de elevacion, situada, como se ha dicho, entre las plazas mayor y de San Juan de Dios, mirando ácia el Norte sus tres puertas principales: este magnifico templo se hace sorprendente en su interior por la riqueza de su crujía, toda de plata. Los templos y conventos de religiosos son: San Francisco, San Agustín, el Carmen, la Merced, San Diego y San Juan de Dios. Los de religiosas, Santa Catalina, Capuchinas y Santa Teresa. Hay también los de los colegios de Niñas, de Santa Rosa y de Carmelitas. Existen otros templos ayudas de parroquia, como son los magníficos de San José y la Compañía; hay, en fin, varios menores y algunas capillas, cuales son el Tercer Orden de San Francisco, la Cruz, el Prendimiento, la Soterraña, el Santo Niño, la Columna, el Rincón; y otras menores en los suburbios, como la Concepción, San Pedro, San Juan, Santiago, &c. De diez años á esta parte ha habido tal empeño y emulación por la reforma de los templos, y aun de las capillas, que hoy pueden llamarse nuevos, y por las mejoras que han sufrido en su adorno y arquitectura misma, no ceden á los mejores de la república.
Entre los edificios públicos, se distinguen por su construcción y comodidad, la antigua Factoría, y hoy Palacio del gobierno; los colegios Seminario, San Nicolás, y el de la Compañía; la Haceduría, el hospital de Sr. San José, las Casas Consistoriales, con la Alhóndiga y cárcel; el Coliseo y el Palacio del obispo; entre los edificios particulares se notan muchos elevados y elegantes.
Al terminar la calle principal, empieza la calzada y paseo de Guadalupe: esta calzada, muy cómoda, de trescientos metros de longitud, con la latitud correspondiente, está toda bien enlosada, y lateralmente tiene de trecho en trecho grandes bancas de cantera. Los robustos y elevados fresnos que la forman, ofrecen en su conjunto el aspecto de una bóveda continua, por la que apenas penetran los rayos del sol. Esta bella calzada, que termina en el templo de Guadalupe ó San Diego, es el paseo favorito y el lugar de recreo de muchas familias, que en la primavera van alli á mudar temperamento en las hermosas casas de campo que hay por uno y otro lado: al concluir la calzada se mira la entrada á la alameda y al fertilisimo y muy bello paseo de San Pedro, cual se ve en la adjunta estampa litográfica.
En la temporada de cuaresma se traslada el paseo á la llanura que está hacia al Sur, llamada de los Urdiales, por hallarse alli un templo me dio destruido, donde se veneraba una imagen de la Virgen, conocida con aquel nombre: hoy se llama á este paseo de las lechugas, á causa de que en estos ejidos se cultiva esta hortaliza en abundancia, de algunos años á esta parte; este sitio, antes abandonado é improductivo, se mira hoy convertido en un lugar de recreo y utilidad, en un bonito paseo que, según las mejoras que anualmente le hace la municipalidad, pronto rivalizará con el de la calzada y San Pedro. Finalmente, como la campiña toda del valle de Morelia ofrezca en Otoño el aspecto de un hermoso alfombrado, ó tapete de mirasoles y otras diversas flores silvestres, se eligen entonces varios sitios de aquella para hacer el paseo.
Además de las aguas de ambos ríos, la potable se conduce á la ciudad por una soberbia elevada arquería, de construcción sencilla, pero sólida y vistosa: por ese acueducto se conduce tanta agua, que abastece las muchas fuentes públicas que hay en la ciudad, las del paseo, y las que tienen los conventos, colegios y muchas casas particulares.
La temperatura de Morelia es en su máximum la de 28° del termómetro de Reaumur: en su minimum la de 10° sobre cero, y la media de 16° á 18.” En la plazuela de Guadalupe hay siempre grado y medio á dos grados ménos que en el centro de la población. Las vicisitudes de calor y frío se suceden tan comúnmente, que aun en la estación del mayor calor la atmósfera se enfría por la noche y á la salida del sol, por los vientos del Sur, que entonces soplan y que son siempre fríos por la circunstancia particular de venir atravesando una sierra rigurosa y cercana á la ciudad. El temperamento, que mas tiende á caliente; la alternativa con el frío; la abundancia de lluvias y de electricidad atmosférica; la naturaleza del terreno poco arcilloso, y alguna otra circunstancia, hace que la feracidad de Morelia sea tal, que á un tiempo se vean las producciones vegetales de los temperamentos mas opuestos: así se miran las cañas de azúcar, el plátano, la granadita y naranjas chinas en el mismo terreno donde se dan las nueces, el buen trigo y otros frutos casi peculiares á los climas fríos, se dan también en abundancia los duraznos, las peras, los perones, las manzanas, los albaricoques, los higos, las uvas, los membrillos, las granadas cordelinas, los melones, los camotes, las gicamas, el maíz, el garbanzo, el frijol, y todo género de hortaliza.
A las indicadas alternativas han de atribuirse los frecuentes catarros, anginas, pulmonías, disenterías y dolores nerviosos; así como á la evaporación de los pantanos que se encuentran hacia al Norte, las calenturas intermitentes que se padecen en otoño é invierno, siendo estas últimas las únicas epidemias que hay en esta ciudad: las epidemias hacen comúnmente poco estrago; y las enfermedades llamadas pútridas apenas se conocen, sea por la frecuente renovación de los vientos, sea porque en la ciudad no hay muladares, ni otros focos de infección animal; sea por la limpieza pública y doméstica, ó por todas estas circunstancias reunidas.
La población de Morelia, era en 1803, de 18,000 habitantes: por los años de 1809 y 1810, excedió de 80,000: hubo alguno de los siguientes de la revolución, en que por la guerra, la inmensa emigración, la epidemia de los años de 1813 y 1814, y la ninguna inmigración, se viera reducida á 3,000: en el año de 822 volvió á elevarse á 14,000 y tantos habitantes; y hoy puede asegurarse que la población asciende de 20 á 21,000 habitantes. Estos son gente toda ocupada, el pueblo ínfimo poco vicioso, dócil, vestido y calzado. Casi no se conocen simples proletarios y en esta ciudad apenas hay lo que en las otras se llama plebe y leperada: el pueblo, á la vez que moderado, es valiente hasta el heroísmo; demasiado celoso por la independencia y libertad de su país, se irrita y es capaz de toda cuando se le oprime con la amenaza ó la fuerza; á la par que
se deja conducir y gobernar cuando se le manda con dulzura y con razón.
La ciudad está dividida en cuatro cuarteles mayores, y en dos menores cada uno de estos; subdivisión hecha en el año de 1795, por el corregidor intendente D. Felipe Díaz de Ortega, quien para el establecimiento de alcaldes de barrio, formó una ordenanza y un plano-mapa de la ciudad, por disposición del virrey marqués de Branciforte. En aquella citada época se dió nomenclatura á las plazas y calles de la ciudad, si no muy buena y adecuada, era al menos no tan defectuosa como la que hace tres años le han sustituido, y en cuya empresa gastó una suma considerable de dinero el muy ilustre ayuntamiento en la construcción, trasporte y colocación de los azulejos en que están los nombres, números y letras. La seguridad de la ciudad y su policía se conserva por un cuerpo de gendarmes y serenos que el ilustre ayuntamiento paga de sus fondos municipales.
Como capital, es la residencia de las autoridades superiores del Departamento y de la Diócesis: así, allí está el gobierno y junta departamental, el tribunal de justicia, la comandancia general, la tesorería, la administración de tabacos, alcabalas y correos, el ilustrísimo Sr. obispo, el cabildo eclesiástico, el provisorato y el juzgado de testamentos, la haceduría, la clavería, la junta inspectora, hoy subdirectora de instrucción pública, la facultad médica, la junta de fomento comercial, la administrativa del ramo de la seda, y el tribunal mercantil: allí también reside la prefectura del distrito y el muy ilustre ayuntamiento, compuesto de cuatro señores alcaldes, doce regidores, dos síndicos procuradores, un secretario y un tesorero municipal. Esta corporación, muy distinguida y considerada por el gobierno español, ha poseído unos fondos municipales suficientes para acudir á las exigencias de su instituto: consisten sus propios y arbitrios, en ranchos y ejidos, casas consistoriales, Albóndiga, y cárcel; algunas casas pequeñas y los productos de aquella y estas últimas; en los del fiel-contraste, canteras, y piso de plaza; arrendamientos de ranchos, ejidos y solares; en las costas de cárcel y multas que se exigen por infracción de los bandos de policía; en el producto de alumbrado, y en un tanto por ciento en que están gravados los dulces, aguardiente y algunos otros efectos; en un derecho impuesto á la matanza del ganado, y en otros ingresos eventuales. El producido, pues, de los propios y arbitrios alcanzaría, como antes dije, para cubrir las primeras necesidades de la ciudad; mas empeñadas sus rentas por el comandante español, D. Torcuato Trujillo, para subvenir al sostén de la guarnición en la pasada guerra de independencia, soportan hoy los propios un gravamen considerable, y el ayuntamiento tiene que pagar algunos réditos anuales que desfalcan mucho el producto de sus ingresos, que ascienden hoy como á diez y ocho mil pesos anuales: no obstante, por el celo de la corporación y esfuerzo de los morelianos, la policía se conserva y mejora, y aun se emprenden algunas obras de comodidad, salubridad y ornato.
Para el pasto espiritual, hay un cura párroco en el Sagrario de la Santa Iglesia Catedral, con sus vicarios y ayudas de parroquia.
La instrucción científica y la primaria, se da en los colegios Seminario y de San Nicolás, en el establecimiento Médico-quirúrgico, en el colegio de Infantes y en las escuelas de primeras letras que hay en la ciudad. En el colegio Seminario hay las cátedras siguientes: de teología escolástica, de ídem moral, de religión y derecho canónico, de Sagrada Escritura, de derecho civil, de elocuencia, de matemáticas y física experimental, de lógica, tres de gramática latina, una de gramática castellana, una de griego, una de francés, y una escuela de primeras letras: el número de estudiantes en este colegio, con exclusión de los niños de la escuela, á principios del presente año de 1842, era el de quinientos uno, á que agregados los sesenta niños de dicha escuela, hacen el total de 561 estudiantes. Este colegio, que sin duda es, tanto en lo material como en lo formal, uno de los mejores de la república, ha debido sus importantes reformas y mejoras á la ilustración y común empeño del ilustrísimo Sr. obispo Dr. D. Juan Cayetano Portugal y del dignísimo rector Lic. D. Mariano Rivas.
En el colegio de San Nicolás, está el local de la junta de instrucción pública, la escuela de dibujo y la normal de niños: este colegio, el primitivo de la provincia, fue fundado por el venerable obispo D. Vasco de Quiroga, y después fue rector el héroe de Dolores D. Miguel Hidalgo y Costilla. En el establecimiento medico-quirúrgico, situado en las piezas exteriores del coliséo, se hallan las cátedras de medicina y cirujía, su anfiteatro anatómico, y muy pronto se establecerán las de química y farmacia, decretadas en Enero del pasado año por el supremo gobierno de la nación. En el colegio de Infantes, se enseña doctrina cristiana, gramática latina y música vocal é instrumental. Además de las escuelas normales y de niños de ambos sexos, costeadas del fondo de instrucción pública, hay otras bajo la dirección de preceptores y maestras particulares; y finalmente las de los colegios de Santa Rosa, y de Beatas carmelitas para niñas. Resulta de todo, que la educación primaria, civil y religiosa, como también la instrucción científica se generaliza bastante en esta bella capital; donde también la finura en el trato particular y el cultivo de la música, constituyen á Morelia uno de los mejores lugares que hay en la república para vivir.
El comercio consiste en el de efectos extranjeros y algunos nacionales. La industria en fábricas de aguardiente de caña, algunas de ellas de consideración: en fabricas de tejidos de algodón y lana, y de sombreros de ésta y de seda; y muy pronto acaso veremos en toda su actividad la extracción y cultivo de la seda. Además llevando adelante la empresa comenzada del nuevo camino desde México á Guadalajara, por Morelia, y mejorado el de aquí hasta Colima, la capital del Departamento va á elevarse a un rango de prosperidad envidiable, principalmente si como es de esperarse, el supremo gobierno dirigiendo una mirada benefactora, á un Departamento que tanto ha sufrido, decreta la rehabilitación del puerto del Manzanillo.
Morelia linda por el Norte, con el pueblo de Tarímbaro, á distancia de tres leguas: con la villa de Charo á cuatro leguas ácia el Nordeste: por el Poniente, con el pueblo de Tazicuaro distante cinco leguas: y por el Sur, con el pueblito de Santa María de la Asunción, distante una legua.
Esta ciudad pródiga en talentos y cuna de la libertad, tiene el honor muy distinguido de ser la patria de los heroicos y preclaros MORELOS é ITURBIDE.
—J. G. U.
[1] Como es sabido, D. Antonio de Mendoza nació en Alcalá la Real, también llamada Móndejar.
[2] Fue en el año de 1828.
[3] Toesa. Del fr. toise. Antigua medida francesa de longitud, equivalente a 1,946 m.
FUENTE: El Museo Mexicano, o Miscelánea pintoresca de amenidades e instructivas. Tomo Primero. Imprenta de Ignacio Cumplido. México, 1843. Pp. 54-57.
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Muy interesante toda esta información de la ciudad de Morelia. La descripción me encantó porque realmente me llevó a imaginar todo el contexto geográfico, social, cultural, etc.
Gracias.
Que bueno que le guste, saludos! 🙂
Fascinante. Para un nativo de Morelia es un ojo al pasado de los lugares que día con día recorremos sin pensar en la historia que se ha escrito y nos define.
Que bueno que le guste. Este texto fue ‘fusilado’ inmisericordemente en un tratado en 1869 y por el Lic. Juan de la Torre en 1883. Pero en esa época el copy-paste no era tan mal visto. Saludos! 🙂
SABROSA, EXQUISITA E HISTÓRICA ÉSTA PRESENTACIÓN, GRACIAS RICARDO POR A APORTACIÓN.
Excelente trabajo señor Espejel. Un verdadero placer leer y ver sus contribuciones a nuestra historia