La Navidad como celebración es el resultado de la combinación de tradiciones y costumbres originadas en diversas partes del mundo. En Mesopotamia se creó la tradición de celebrar doce días hacia el final del año, a manera de representar la lucha entre el caos y el orden, en forma de la serpiente Tiamat y el dios Marduk respectivamente.Marduk debía derrotar a la serpiente y luego descender al inframundo acompañado por el rey en turno (que moría igual que el año), y regresaba con un nuevo rey. Babilonios y persas heredaron esta tradición, pero reemplazaron al rey humano por un par de chivos, uno era sacrificado para la limpieza de los pecados y el otro para ser ofrecido al diablo, éste último no era sacrificado sino que se le soltaba para que huyera, de allí viene la frase ‘chivo expiatorio’ en inglés: scapegoat.
Influenciados por los Babilonios y Persas, los Griegos también incorporaron una celebración de fin de año a sus tradiciones, pero en este caso representaban a Zeus luchando contra Cronos, su padre; estas fiestas se denominaban sacae. Los Romanos también adoptaron estas festividades, pero en lugar de Cronos ellos tenían a Saturno, motivo por el cual las celebraciones se llamaban las saturnalias.
Las saturnalias iniciaban, a mediados de diciembre, con un sacrificio en el templo de Saturno, seguido de un banquete público. Duraban hasta el primero de enero, en medio quedaba el 25 de diciembre, día que, según los cálculos romanos, el sol estaba en su punto más bajo de su recorrido, justo antes de volver a elevarse para transmitir su fuerza a todo lo que crece en la tierra e inmediatamente venían las calendas de enero. En las festividades, amos y esclavos comían juntos y a veces intercambiaban sus puestos. Se elegía a uno de los esclavos para que fungiera como jefe del festejo de la casa.
Las saturnales romanas y las calendas se caracterizaban por bulliciosas. Las calles eran el espacio de las festividades, los romanos iban disfrazados por ellas, organizaban comilonas, visitaban a los amigos, les deseaban buena fortuna e intercambiaban regalos llamados strenae. Éstos consistían en frutas cuya finalidad era desear suerte durante el año venidero. Esta costumbre se remonta a tiempos de Tacio, rey de los sabinos.
Barceló Quintal, Raquel. “Una historia de larga duración: la navidad.”, en revista Xihmai, Vol. 2, Nº. 4, Pachuca, México 2007.
En el año 350, el papa Julio I estableció que la Natividad de Cristo se celebraría el 25 de diciembre y no el 6 de enero, fiesta de la epifanía. Este es el origen de la Navidad Cristiana, y se celebraban misas durante doce días, en los pueblos del norte de Europa se les llamaba Crist’s Mass o Misa de Cristo, de donde se originó la palabra actual Christmas en inglés.
Hacia el año 742, Bonifacio, que era el arzobispo de Maguncia y llamado el apóstol de Alemania, erradicó las tradiciones paganas de adorar a los árboles al estilo de los druidas y otras religiones no cristianas, y reemplazó el roble por un pino adornado con manzanas (representando el pecado original y la tentación) y velas (como símbolo de que Jesús era la luz del mundo).
El año 1225 en el pueblo de Creccio, situado entre Roma y Asís, San Francisco ubicó una gruta donde escenificó el primer nacimiento viviente, antecedente directo de los nacimientos tradicionales mexicanos. Se animó esa ocasión con música y cantos que ahora llamamos villancicos.
La navidad en México
Las costumbres mesoamericanas y las tradiciones europeas se mezclaron para dar vida al sincretismo religioso la América Mexicana:
En Nueva España la primera celebración de la Navidad fue en 1528, cuando fray Pedro de Gante reunió a españoles e indígenas, para entonar el himno religioso ‘Hoy nació el redentor del mundo’.
A partir de entonces, el 24 de diciembre en los atrios de las iglesias se hacían representaciones vivas, procesiones, se rezaba el rosario y al día siguiente desde muy temprano se realizaban oficios en las iglesias. En el siglo XVII algunas costumbres chinas llegaron en la nao desde Filipinas a la Nueva España, como los fuegos artificiales y los farolitos chinos, que alumbraban con pequeñas velas.
Un ave americana, el pavo o guajolote, pasó hacia el continente Europeo y en el siglo XVII ya era componente predominante de la cena navideña. Es de notarse que la navidad fue durante la época colonial, como una festividad comunitaria, donde lo más importante eran las misas, los cantos, las representaciones del nacimiento en vivo y la cena era cuestión secundaria.
Para el siglo XIX, en México, el mes de diciembre se distinguía por el ritual de las posadas, donde por turnos los vecinos de una manzana, vecindad o comunidad, hacían el rezo del rosario, luego paseaban a los peregrinos en busca de alojamiento (en todas las casas se les negaba, excepto en la final) mientras se cantaba una letanía, y se remataba con la llegada de los peregrinos (María montada en un burro y José representado de pie) a la casa cuyo dueño era el encargado de recibir a los peregrinos.
Luego de los rezos y la procesión con letanía, todos los concurrentes, que solían vestir en esas fechas sus mejores galas, eran agasajados por los anfitriones con dulces, cacahuates, tejocotes, colaciones y confites, mientras que se amenizaba con música en vivo.
A lo largo del siglo XIX se añadieron otras partes a la celebración, como el baile, o se continúo con la asistencia a la llamada misa de gallo.
En el siglo XX se mantuvieron vivas las tradiciones, parte de ellas se perdieron y se añadieron otras: del mundo anglosajón se añadieron la figura de Santa Clos o Papá Noel, que es una referencia a San Nicolás de Bari; el árbol navideño también se importó de tradiciones europeas que llegaron vía los Estados Unidos, al igual que las galletas navideñas o el pastel de frutas alemán.
A pesar de ello, las nueve posadas se siguieron celebrando, sobre todo porque el catolicismo es la religión mayoritaria en el país. Así mismo, y dependiendo de la región, en México no es Santa Clós el responsable de traer juguetes a los niños, sino los tres reyes magos mencionados en el Nuevo Testamento, en Mateo 2:12, para otros es el mismísimo Jesús quien da los premios, pero en su forma de Niño Dios.
La piñata
Un elemento importantísimo en las posadas es la piñata, originaria de China, que es un recipiente de barro (casi en desuso hoy en día, que es reemplazada por cartón), en el que se pega papel de china para formar una esfera de colores. Se le añaden siete picos que simbolizan los siete pecados capitales, el cuerpo de la piñata simboliza el diablo. A quien le toque el turno de golpear la piñata, se le da un palo que también está decorado y que representa la fe católica o cristiana, por ello se le pone una venda en los ojos, para que confíe ciegamente.
El rompimiento de la piñata libera su contenido, que casi siempre son dulces de diverso tipo y frutas de la temporada como cañas, mandarinas, tejocotes y en ocasiones cacahuates; este contenido representa la Gracia de Dios, que es el premio por no caer en la tentación.
Hay muchos detalles más acerca de la navidad, como las coronas de adviento, los regalos típicos de la época y las bebidas de esa temporada, pero finalizo este artículo con el que es el más bello aporte de México a la navidad: la flor de nochebuena. Su nombre científico es Euphorbia pulcherrima, los aztecas la llamaban Cuetlaxóchitl, es decir, flor que se marchita. Las hay de colores rojo, rosa, blanco, amarillo, e incluso con manchas de dos de estos colores. En Argentina se le llama estrella federal por su color y forma, en los años 70s del siglo XX se le empleó en ese país como símbolo del movimiento llamado de los montoneros.
Actualmente se le llama Nochebuena en México, Flor del Inca en Perú y Chile, Flor de Navidad en Venezuela y Colombia y Pastora en Nicaragua y Costa Rica.
Fuentes: Barceló Quintal, Raquel. “Una historia de larga duración: la navidad.”, en revista Xihmai, Vol. 2, Nº. 4, Pachuca, México 2007. En http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4953753
Views: 10712
Buen reportaje Ricardo.
Gracias.
Buen reportaje Ricardo.
Gracias
Gracias por tu comentario, saludos! 🙂