Desde 1862 y hasta 1867, México fue escenario de una guerra que tuvo como antecedente la guerra de reforma (1857-1860), donde los republicanos liberales derrotaron casi totalmente a los conservadores que no apoyaban ciertos artículos de la Constitución de 1857, sobre todo en lo concerniente a las propiedades comunales (que perjudicó a las comunidades indígenas pero sobre todo al Clero), al fuero de los militares y de los miembros de la Iglesia Católica.
Esta guerra fue denominada como Segunda Intervención Francesa, ya que hubo otra llamada Guerra de los Pasteles (1838-1839), pero no tuvo la magnitud de la segunda. En la Segunda Intervención Francesa, también llamada Segundo Imperio (el primero fue el de menos de un año del vallisoletano Agustín de Iturbide, quien culminó la Independencia de México), la facción perdedora de la guerra de reforma acudió a Francia para que ayudase a imponer un emperador o rey de origen noble y extranjero, ya que según ellos la República Mexicana sólo había acarreado desgracias a sus habitantes con la constitución de 1857. Entre los más prominentes solicitantes de este apoyo estaba un hijo de José María Morelos, Juan Nepomuceno Almonte.
Entre la llegada de las primeras tropas invasoras en 1862 y la derrota total y la consecuente rendición de Maximiliano de Hasburgo, emperador impuesto en México, hubo batallas, traiciones, cambios de chaqueta, actos heroicos, mucha muerte y demasiado sufrimiento. Al final, se impusieron las armas nacionales, la República Federal y el bando liberal constitucionalista ganó la guerra, última en la que estuvo en juego la soberanía nacional.
Como es lógico, hay mucha literatura al respecto, fotografías, cuadros, en el inter hubo un intercambio humano inevitable, y las artes también tomaron su respectivo bando. Para los que gustan del arte del grabado, encontré una Historia de la Guerra de México, ilustrada por el Janet-Lange y el genial Gustavo Doré. El original se encuentra en el sistema de búsqueda Gallica: http://gallica.bnf.fr/
Fuente: Gallica.- www.gallica.
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si duda es usted el mejor historiador de Morelia. Ademas de compartir desinteresadamente la información, gracias.
Muchas gracias por el inmerecido elogio. Saludos! 🙂